La Fundación Pfizer ha anunciado los ganadores de la IV edición de los Premios de Innovación Científica para jóvenes investigadores, en las categorías de investigación básica e investigación clínica en un nuevo acto institucional.
En la categoría de investigación Básica, el galardón ha recaído en el equipo dirigido por el doctor Ignacio Torres Alemán, del Instituto Cajal, CSIC, por su trabajo “Serum insulin-like growth factor I regulates brain amyloid-β levels”, publicado en la revista Nature Medicine.
La enfermedad de Alzheimer es la demencia de mayor prevalencia en mayores de 65 años y una de las principales causas de muerte de este grupo de edad. Aunque las causas de la enfermedad aún se ignoran, sí se conoce la existencia de un acúmulo de diversos tipos de proteínas dentro y fuera de las neuronas que podrían están relacionados con esta demencia.
Estudios genéticos realizados en enfermos de Alzheimer hereditario y en animales de experimentación, sugieren una importancia del acúmulo extracelular de la proteína ‘ß amiloide’ (de función aún desconocida) en la aparición de esta dolencia. Esta proteína también se acumula en el cerebro, en menor proporción, formando depósitos cerebrales a medida que envejecemos.
Estudios recientes indican que estos niveles de ß amiloide en el cerebro están controlados por una hormona producida por el hígado conocida como “el factor de crecimiento tipo insulina 1” (IGF-1). Los niveles circulantes de esta hormona, que también se produce en el cerebro y otros muchos órganos, van disminuyendo con la edad. En el caso de los enfermos de Alzheimer estos niveles se encuentran alterados. Si se elimina esta hormona en el hígado mediante técnicas genéticas, se produce amiloidosis (anomalía patológica caracterizada por la presencia de proteínas fibrosas anormales) cerebral prematura asociada a una menor capacidad de aprendizaje.
Se ha comprobado la presencia de trastornos comparables a los observados en enfermos de Alzheimer en roedores jóvenes mutantes, por lo que se han realizado estudios de amiloidosis cerebral con distintos modelos animales. Estas investigaciones, realizadas en colaboración con la Universidad de Navarra (Teresa Gómez Isla) y con el National Institute of Health norteamericano (Derek LeRoith), indican que el tratamiento con IGF-1, mediante una sencilla administración subcutánea de la hormona, disminuye los niveles anormalmente altos de ß amiloide al favorecer su transporte fuera del cerebro.
Dado que esta proteína se acumula progresivamente, los resultados de esta investigación sugieren la posibilidad de emplear también tratamientos preventivos con IGF-1 para frenar este proceso.
El hecho, por un lado, de que los niveles de esta hormona vayan disminuyendo con la edad y el que, por otro lado, esta demencia sea una enfermedad asociada a la vejez contribuyen a explicar los resultados obtenidos que demuestran que la disminución de IGF-1 en personas mayores favorecería el acúmulo de ß amiloide en el cerebro porque los mecanismos fisiológicos para eliminar la ß amiloide no funcionan correctamente.
Con la lógica cautela que supone manejar una conclusión procedente de estudios con animales de laboratorio, la ausencia de efectos secundarios del factor de crecimiento tipo insulina 1 (IGF-1) permite ser optimistas ante la posibilidad de que estos hallazgos puedan trasladarse a la práctica clínica tras los necesarios ensayos clínicos. Además, el hecho de describir un nuevo mecanismo fisiológico en el control de la proteína ß amiloide cerebral ya abre una nueva vía para entender por qué se produce su acumulación patológica.
En la categoría de Investigación Clínica, se ha premiado al equipo dirigido por la doctora María Cinta Cid, del departamento de Medicina Interna del Hospital Clínic por su trabajo “Tissue and serum angiogenic activity is associated with low prevalence of ischemic complications in patients with giant-cell arteritis”, publicado en la revista Circulation.
La arteritis de células gigantes es una enfermedad de causa desconocida en la que se produce una inflamación de los vasos sanguíneos y afecta a mayores de 50 años, especialmente en la octava década de la vida. Aunque no es muy frecuente (aproximadamente se diagnostican 10 casos por 100.000 habitantes/año), su incidencia se eleva a medida que se incrementa el envejecimiento de la población.
La pérdida de visión (en el 16% de los casos) y los infartos cerebrales (en el 2%) son complicaciones que se asocian a esta enfermedad, con el consiguiente impacto sobre la calidad de vida. Además, aunque los pacientes suelen responder bien inicialmente al tratamiento, aproximadamente la mitad de ellos requiere una terapia muy prolongada que implica la aparición de complicaciones (fracturas óseas, aumento de peso, diabetes, hipertensión…), por lo que es importante conocer los mecanismos a través de los cuales se produce la enfermedad.
En este estudio se ha investigado hasta qué punto un paciente con arteritis de células gigantes puede regenerar vasos sanguíneos y se ha demostrado que aquellos que son capaces de regenerar los vasos sufren menos complicaciones pero requieren una terapia más prolongada, ya que la enfermedad se perpetúa con mayor facilidad. Estos resultados contribuyen a conocer mejor los mecanismos de aparición de la enfermedad y sus complicaciones y ayudan a identificar grupos de pacientes con riesgo y necesidades terapéuticas distintas. Por tanto, los investigadores están de acuerdo en que contribuirá a adaptar el actual tratamiento y a precisar mejor las indicaciones de nuevos fármacos en fase de investigación en el campo de las enfermedades inflamatorias crónicas.